MIS AMIGOS LOS LIBROS: Fahrenheit 451, por Ancrugon – Marzo 2012
Si tuviésemos que
imaginar una sociedad totalmente vacía de valores, ésta sería una sociedad
basada en el convencionalismo, lo material, la comodidad y el placer por el
placer. Visto así, desde la perspectiva del momento en que escribimos esto,
hasta puede parecer idílica y paradisíaca… pero nada más lejos de la realidad,
pues cuando el ser humano, que al igual que las monedas se compone de dos
partes: la cara y la cruz, se aleja de su naturaleza reflexiva, emotiva e
intelectual, rompe su propio equilibrio y anda por el mundo girado, retorcido y
sin rumbo, pues si la sombra existe gracias a la luz, la luz carecería de
sentido sin la sombra.
Algo similar
ocurre a un pueblo cuyo gobierno se deja llevar por la paranoia de unificar
pensamientos, ideas o creencias y dedica todos sus esfuerzos, y recursos, a la
persecución de quienes han cometido los pecados de pensar por sí mismos y
querer ser diferentes, por su temor enfermizo a que cunda el ejemplo. Modelos
tenemos en la historia de la humanidad como para aburrir al más osado, pero
dentro de este paradigma del terror y la estulticia podemos detenernos en la
era McCarthy de los Estados Unidos de América, donde se desarrolló una
hiperbólica y calculada caza de brujas durante los años que van desde el 1950
al 1956, de todos aquellos que no siguiesen los patrones impuestos por el
Estado y la sociedad burguesa capitalista y puritana, así, con acusaciones tan
sublimes como deslealtad, subversión o traición a la patria, aunque no se
tuviese evidencia de ello, se hostigaba a todo lo que emanase un cierto tufillo
de socialismo y, sobre todo, comunismo, erigiéndose el Partido Republicano en
el defensor de la patria y garante de la buena moral del pueblo americano y
acusando, demagógicamente, a toda persona que mostrase cierta disidencia o
criticase los ideales políticos de este partido, eso, sencillamente , era
antipatriótico…
Y, evidentemente, los demonios se buscan,
primero que nada, entre la intelectualidad, los medios de comunicación y los
libros, pues todo lo que ayude a pensar puede ser el germen de la libertad.
Y en esta época se
inspiró Ray Bradbury para escribir su libro, “Fahrenheit 451”, pero sobre
todo en las sistemáticas quemas de libros de contenido censurable, la cual, en
una futura sociedad americana, era llevada a cabo por los bomberos, mano
represora de un gobierno dictatorial, en esta historia, quienes también
quemaban la casa que los contenían. El título del libro hace referencia al
punto de autoignición del papel para libros.
Hay dos temas principales en esta novela:
la resistencia a la conformidad y el control de los individuos a través de
medios tecnológicos y de masas. Bradbury explora cómo el gobierno es capaz
de utilizar los medios de comunicación para influir en la sociedad y suprimir
el individualismo a través de la quema de libros, debido a su deseo constante
de una imagen simplista y positiva, los libros deben ser suprimidos. Sin
embargo, la sociedad es tan culpable como el gobierno que los maneja, pues mientras
unos acusan a los grupos minoritarios, los cuales se ofendían a causa de las
obras publicadas que a ellos les dejaba en la sombra, otros aún van más lejos,
afirmando que la culpa es de la misma gente pues la población estadounidense
dejó de leer por su cuenta y que la quema de libros se convirtió en una forma
de entretenimiento para el público en general.
El argumento gira
alrededor de Montag, un bombero, es decir, que tiene la misión de quemar libros
ya que, según el gobierno en su celo en velar por la felicidad de los
ciudadanos, leer impide ser felices porque llena de angustia, pues al leer, los
hombres empiezan a ser diferentes cuando deben ser iguales, y pueden llegar a
cuestionar las acciones gubernamentales y rinden bastante menos en sus
trabajos.
Montag conoce a una muchacha llamada
Clarisse, una librepensadora que es tachada de antisocial porque siempre está
haciendo preguntas en vez de acatar las cosas tal como son. Esta relación
comienza a generar en Montag la duda
sobre si verdaderamente es feliz, además de despertarle la curiosidad acerca de
los libros. El jefe de Montag, Beatty, le dice que los libros sólo sirven para
hacer sentir mal a las personas. Es un hombre astuto que sigue los ideales
utópicos del gobierno, confiando plenamente en el sistema que rige a toda la
sociedad.
Montag acude a un
incendio en el que había que quemar una casa de una mujer anciana que tenía una
biblioteca. Antes de echar el queroseno, Montag toma un libro y se lo lleva
escondido. La anciana no sólo rehúsa salir de su casa, sino que es ella misma
quien le prende fuego con una cerilla. Esto impacta más a Montag y le hace
pensar en cuanto han de valer los ideales por los que lucha aquella gente, cosa
que aumenta su curiosidad.
En
sucesivos incendios, se va haciendo con una pequeña biblioteca que tiene
escondida en el ventilador de su casa. Un día decide enseñárselos a su esposa Mildred, pero ésta
los quiere quemar, aunque él la convence de que no lo haga y le propone leerlos
juntos para descubrir cuál es su valor y si no encuentran ninguno, los
quemarán.
Montag conoció a
un viejo profesor de literatura llamado Faber en el parque. Como Montag tenía
una colección de libros escondida. Poco tiempo después consigue un ejemplar de
la Biblia y quiere mostrárselo a Faber y en el transcurso de estas
conversaciones se dan cuenta de la necesidad de que los libros prevalezcan sobre
la ignorancia. Diseñan un plan entre los dos para cumplir este objetivo
consistente en contactar con un impresor desempleado y con varios académicos
exiliados amigos de Faber. Cuando llega a casa se encuentra a su mujer con unas
amigas viendo los paneles de televisión, asqueado de ver como esas mujeres pierden
el tiempo incluso desatendiendo a sus hijos, Montag saca un libro de poemas y
lee uno en voz alta, lo que provoca el enojo de ellas. Faber se lo reprocha por
ser un imprudente ya que considera este suceso un error.
Suena un aviso de alarma y marchan a
atenderla. Cuando llegan al lugar Montag ve horrorizado que es su propia casa. Mildred
sale corriendo y se va en un taxi. Beatty le revela a Montag que fue ella quien
hizo la denuncia, pero que sus amigas ya habían hecho otra. Le ordena quemar él
mismo la casa junto con los libros. Beatty empieza a golpearle y a provocarle y
cuando se da cuenta del dispositivo con el que Montag se comunicaba con Faber
lo apaga, lo guarda en su bolsillo y le dice que va a seguir su señal para
encontrar a Faber. Enfurecido, Montag quema vivo a Beatty con el lanzallamas.
Montag huye y logra escapar al bosque
atravesando un río, dando con un grupo de personas llamados "hombres
libro", la mayoría de ellos académicos dirigidos por un hombre llamado
Granger quien le cuenta que su misión es ir por los bosques, teniendo
conocimiento de los libros y memorizarlos para transmitirlos oralmente y así,
un día, poder imprimirlos.
Como ya hemos dicho más arriba, este libro fue publicado por
primera vez en 1953, para criticar la censura de libros
en Estados Unidos, como resultado del "Macarthismo" del
senador Joseph McCarthy, al igual que la quema de libros en
la Alemania Nazi en 1933 y el lanzamiento de las
bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki.
Cuando el libro fue publicado por primera
vez en 1953, Groff Conklin revisor de Galaxy colocó la
novela "entre las grandes obras de
la imaginación escrita en Inglés en la última década o más". Más de
medio siglo más tarde, Sam Weller escribió,
"en su publicación, Fahrenheit 451 fue aclamado como una obra visionaria
de comentario social." Hoy en día, Fahrenheit
451 se sigue viendo como un cuento con moraleja importante en contra
de la conformidad y la quema de libros.
SOBRE EL AUTOR
Ray Bradbury se
considera a sí mismo “un narrador de
cuentos con propósitos morales”, este escritor de misterio y ciencia
ficción nació en la ciudad de Waukegan, perteneciente al estado norteamericano
de Illinois, el 22 de agosto de 1920, y falleció en Los Ángeles el 5 de junio
del 2012. Según su teoría existencia el destino de la humanidad “es recorrer espacios infinitos y padecer
sufrimientos agobiadores para concluir vencido, contemplando el fin de la
eternidad”, por lo que no es extraño que sus obras, con frecuencia
produzcan un cierto desasosiego y angustia en sus lectores, pero esto lo
compensa con su clima poético y, en cierta forma, cargado de romanticismo. Sus
personajes y temas surgen de la vida cotidiana, por lo que él no está de
acuerdo en que le califiquen como escritor de ciencia ficción y él mismo dice
que su escritura es de fantasía: “En mis
obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es
curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir
como paradigma de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de
derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les
parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y,
evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas,
con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho
cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que
tienes que leer y lo que no».
Ha trabajado en diversos géneros y en
ellos podemos destacar títulos como: Crónicas
marcianas (1950), El hombre ilustrado (1951), Las doradas manzanas del sol
(1953), El país de octubre (1955), Remedio para melancólicos (1960) o El
convector Toynbee (1988) entre otros en relatos cortos. Fahrenheit 451 (1953), El vino del estío
(1957), La feria de las tinieblas (1962), El árbol de las brujas (1972), El
ruido de un trueno (1990) o El verano de la despedida (2006) entre otras en
novela. También fue autor de ensayos, obras de teatro y guiones
cinematográficos y de televisión.
Durante su vida profesional obtuvo muchos
premios y reconocimientos a nivel mundial.
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