CAJÓN DE SASTRE: Subvirtiendo la retórica del poder, por Raúl Molina – Marzo 2012
El
panorama poético español en las últimas décadas ha sido declarado un espacio de
guerra, de batallas constantes entre los defensores de las diferentes
ideologías literarias que desde los años ochenta conviven como el perro y el
gato en la España del lavado de imagen postransicional.
¿Pero
si la Transición fue en los años 70 qué narices estás diciendo ahora?, os
podéis preguntar. Realmente los modelos culturales impuestos tras los Pactos de
la Moncloa y la más que significativa aprobación de una Constitución tan
progresista como vilipendiada son los mismos que hoy. Casi 40 años después
siguen no solo vigentes, sino en la flor de la vida. La CT o Cultura de la
Transición, como ha sido denominada y teorizada por Guillem Martínez, entre
otros, es, como él mismo afirma, “la
observación de los pentagramas de la cultura española, de sus límites. Unos
pentagramas canijos, estrechos, en los que solo es posible escribir
determinadas novelas, discursos, artículos, canciones, programas,
declaraciones, sin salirse de la página, o ser interpretado como un borrón. Son
unos pentagramas, por otra par, formulados para que la cultura española
realizara pocas formulaciones” (VVAA, 2012: 14).
La
cultura española mayoritaria se desarrolla entre esos pentagramas, por lo que
participa de los estrechos márgenes de maniobra. Los acepta y realiza sus
formulaciones respetando sus límites sin cuestionarse sobre ellos. Son estos
los únicos espacios iluminados por el foco institucional, de forma que la CT se
establece no solo como mayoritaria, obviamente, sino como la única vía posible
si se quiere dar a conocer el hecho artístico que se realiza. Porque fuera de
esos márgenes la luz no llega, solo están las tinieblas de los
contrainstitucional, donde moran los creadores que no se someten a esas cadenas
y los defensores de la acrítica CT armados hasta los dientes para acallar
cualquier tipo de rebelión. En esta cárcel subterránea o sigues la senda o
serás devorado por los lobos.
Lo verdaderamente mosqueante de la
situación es que la CT no se muestra tal y como es en realidad, sino que
aparece disfrazada de ese falso progresismo proburgués que nos venden desde
todos los rincones institucionales: militancia en determinados partidos,
sindicatos y organizaciones de corte (falso)progresista postransicional,
escritores en diarios partícipes de la CT… En definitiva, buscar cobijo en la
sombra de la Institución, en mayúsculas, para recibir los favores de esta, los
favores de la CT, siempre y cuando sean seguidos a rajatabla los 10
Mandamientos de las Tablas de la Ley (a)Constitucional:
1. Amarás a la institución sobre todas
las cosas
2. No tomarás el nombre del Estado en
vano
3. Santificarás el Día de la Hispanidad
4. Honrarás a CCOO y UGT
5. No matarás NINGUNA tradición
6. No cometerás actos no CT
7. No robarás al que más tiene
8. No levantarás cuestiones candentes
ni criticarás el orden establecido
9. No consentirás pensamientos críticos
ni deseos revolucionarios
10. Codiciarás las grandes fortunas
La
sección literaria de la CT se ha establecido bajo estos preceptos como la forma
única de creación o, al menos, como la única forma reconocida. Lo cual es un
ataque directo al principio heterogenista que es la base de una sociedad
postmoderna.
La
utilización de determinados mecanismos institucionales (premios literarios,
subvenciones, centros universitarios, editoriales dependientes de grupos de
poder…) para establecer como dominante una propuesta negando al otro, a las
propuestas divergentes, ha sido y es un argumento fascista de base que hoy se presenta
bajo un papel de regalo decorado con rosas, puños cerrados y viejas canciones
de trinchera.
En
el ámbito poético, gran parte de las tendencias actuales participan y hacen
suyos los preceptos de la CT, eso sí, apareciendo, cómo si no, vestidas de soviet
y entonando los acordes de La Internacional, con declaraciones de sus miembros
afirmándose como lectores, e incluso estudiosos, de Marx, de Engels, de
Althusser, de Adorno o de Foucault. Sin embargo, nada más allá de la realidad,
en una sociedad tan ausente de este tipo de lecturas contrarias a la CT “no
hace falta leer a Marx, ni entenderlo, ni practicarlo, para ser marxista. Basta
con proclamarse poeta comprometido (sic marxista) para serlo” (Jiménez
Hefferman, 2006: 146). Y es que esa misma carencia social provoca que con tan
solo decir hoz, paria o martillo se desate el temor a la bestia comunista.
Vivimos en un tiempo y una sociedad en la que decir “Un fantasma recorre
Europa” nos lleva a pensar antes en Cuarto Milenio que en el Manifiesto del Partido
Comunista.
La
plasmación en poesía de esta realidad social ha llevado a la creación de una
poesía donde el lector, en vez de ser cuestionado, se reconoce, por lo que es
menos conflictiva (Talens, 2005: 145) y, por lo tanto, más fácil de vender en
un mundo que detesta la autocrítica. Así, estas corrientes se hacen partícipes
de la retórica del poder: Felipe González se declaró admirador de la obra
poética de Luis García Montero mientras que José María Aznar afirmaba que era
su lectura de cabecera. Lógicamente, se produce una perfecta adaptación a las
estructuras de mercado: el lector ha pasado en algún momento de su vida por
esas mismas experiencias que se narran, sí, se narran, en los poemas, y que,
sin embargo, no son tratadas con una mirada crítica:
Merece la pena
(Un jueves telefónico)
(Un jueves telefónico)
Trirt el qui mai no ha perdut
per amor una casa
Joan Margarit
Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.
Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu ex-marido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia. Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.
Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.
Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.
per amor una casa
Joan Margarit
Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.
Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu ex-marido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia. Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.
Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.
Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.
Pero
no solo de Luis García Montero vive la poesía, que parece que solo existe su figura.
Son muchos los poetas que se han acogido su ideología literaria. Aquí dos
ejemplos, el primero del valenciano Carlos Marzal y el segundo del madrileño
Benjamín Prado:
El jugador
Habitaba un infierno íntimo y clausurado,
sin por ello dar muestras de enojo o contrición.
En el club le envidiaban el temple de sus nervios
y el supuesto calor de una hermosa muchacha
cariñosa en exceso para ser su sobrina.
Nunca le vi aplaudir carambolas ajenas
ni prestar atención al halago del público.
No se le conocía un oficio habitual,
y a veces lo supuse viviendo en los billares,
como una pieza más imprescindible al juego.
Le oí decir hastiado un día a la muchacha:
Sufría en ocasiones, cuando el juego importaba.
Ahora no importa el juego. Tampoco el sufrimiento.
Pero siento nostalgia de mi antigua desdicha.
Al verlo recortado contra la oscuridad,
en mangas de camisa, sosteniendo su taco,
lo creí en ocasiones cifra de cualquier vida.
Hoy rechazo, por falsa, la clara asociación:
no siempre la existencia es noble como el juego,
y hay siempre jugadores más nobles que la vida.
Noche nupcial
Este
mundo con trenes que, al alejarse, dejan
como un escalofrío recorriendo el paisaje.
Este mundo con hadas y unicornios
que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
El mundo que no existe.
Hoy duermes junto a mí y brillas en la noche,
estatua blanca en el jardín de un sueño.
Mañana no estarás o serás otra.
Mañana, cuando mates ángeles y sirenas.
Mañana, cuando quemes nuestros bosques.
Yo me esconderé en ti como un centauro herido:
El último centauro, el que recuerda
su mundo azul desde una gruta oscura.
Quién será esta mujer a quien hoy doy mi vida.
como un escalofrío recorriendo el paisaje.
Este mundo con hadas y unicornios
que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
El mundo que no existe.
Hoy duermes junto a mí y brillas en la noche,
estatua blanca en el jardín de un sueño.
Mañana no estarás o serás otra.
Mañana, cuando mates ángeles y sirenas.
Mañana, cuando quemes nuestros bosques.
Yo me esconderé en ti como un centauro herido:
El último centauro, el que recuerda
su mundo azul desde una gruta oscura.
Quién será esta mujer a quien hoy doy mi vida.
Sobre
ellos alumbra la luz de la institución. Son las notas del pentagrama de la CT.
Fuera de ellos tan solo existe un vacío para el ojo inexperto, un completo
desierto donde de vez en cuando un cactus, incomprensiblemente punzante, nace.
Pero no hay que olvidar una cosa: muchas veces los cactus contienen reservas de
agua en su interior. Sin embargo, son molestos para la CT, porque pueden
pinchar los globos, y sin globos no hay fiesta.
Enrique Falcón |
Estos cactus escriben diferente, su
voluntad es traspasar la retórica del poder, de la CT. Salirse del pentagrama
para cuestionarlo desde esa perspectiva que solo puede adquirirse fuera de él.
Ante el acrítico panorama poético dominante se establecen otras propuestas que
tratan de transgredir ese modelo desde dos puntos de vista diferentes que
siempre van a cuestionar, de una forma u otra, al lector. En primer lugar a
través de un lenguaje volcado sobre sí mismo, ubicado en el límite de la
representación. La voluntad no es oscurecer el lenguaje por el mero hecho de
oscurecerlo, ni alejarse de las problemáticas sociales, sino conjugar estas con
los problemas del lenguaje como elemento representativo, de forma que sea
posible ver la realidad desde prismas diferentes que la muestren de una manera
mucho menos ordenada de lo que tratan de vendernos. Porque el lenguaje es lo
que nos hace humanos y con diferentes lenguajes podemos ver el mundo de maneras
diferentes. Cabe aquí el archicitado ejemplo de los pueblos esquimales de
Canadá, quienes distinguen a través del lenguaje diez tipos diferentes de
blancos. ¿Acaso tienen la capacidad visual más desarrollada? No, sin duda no
estamos jugando en el terreno fisiológico, sino en un espacio psicológico, de
percepción del mundo que nos rodea. Como ejemplo de estas poéticas que podemos
llamar de la subversión ligüística podemos citar a Enrique Falcón (reproducimos
en inicio de La marcha de 150.000.000):
1/I
Porque
nada sé de ti
que no sea el paso de los bueyes por el
rostro
no
de ti porque frente eres
alta de piedra y cordillera en lucha
empinándote con venas sobre todas estas
marchas
gimiendo tú de fugas y estaciones secas
en la cárcel
por
eso digo
que nada es tuyo y que dibuja
mi palabra nevados por la sangre
que la hambruna habría de robarnos
(así los muertos) pájaros heridos y
asco de montañas aullándote los ojos-
bien-
aventuradas estas manos es-
tas clavículas en paso incierto por las
lomas
dolorosas de mi cuerpo blanco,
porque sé que no eres cáncer
ni hierba triste torciéndote los
hombros
Como un músculo mordido,
como un cuenco de salitre
vi tu huída de las chozas, tu muerte en
matemática
oleada de sogas y puñales,
la mordaza de la hoja tras el ruido,
no yo,
antes que cayeran las sonajas de la
noche.
(Porque nada sé de ti,
para dejarme matar
he de dejar de mirarte):
Del
desastre entre nosotros, un hombre que
escapa
un hombre
perdido de orinas, nuevamente como
ciervos
mojándose de luto,
un hombre entre los dedos, una rabia
de arena a las bocas de la muerte,
(...porque sé que desconoces...)
la costa entre el infierno en los
Estados de Sitio,
y el olor del amoniaco y el éter
desgarrándote el espanto
allí donde los valles
y una siembra de mercurio te concentra,
porque nada sé de ti
que no sean tus muslos hablándome tan
altos...
que la agitación
larga de las luces
-escarcha y baba de volcanes son mi
rostro-
rechine tras la edad de los dioses
absurdos
y al final se desentierren 20.000
flores negras
(«...que cien escuelas rivalicen...»)
20.000 espaldas con capuchas y
electrodos:
una líquida mención
a reclusiones bajo régimen de
aislamiento
... Sin ropa apenas
acribillado de estrellas nueve veces,
emboscado tras el miedo
y el pulmón peleando por una nueva barricada boreal...
Porque nada sé de ti
ni el lugar donde te entierran
látigo-de-barro,
que la tierra es de los pobres, cer-
vatillo de estaños tu mejilla y plática
del tigre
Por eso las nieves se deslizan de tus
ojos
parecida tú a ti cuando hablas
(frío adentro) y revives la revuelta
de los puños en Mayo
y el reparto de la tierra y la
necesaria expropiación del pan, o su
conquista,
porque el propio jirón del vuelo ha predicado tu nombre en las matanzas
porque dices arrasal de arena entre las calles
porque tú, parecida a ti,
nada eres sino cuerpo en horizonte
y recodo de savia y bilis ansiosa de metal
(ansia tú, toda prodigio
hondo de la boca):
...”destruidnos juntos”.
Isabel Pérez Montalbán |
CLASES SOCIALES
Los pobres son
príncipes que tienen
que reconquistar
su reino.
Agustín Díaz-Yanes
Nadie hablará de nosotras
cuando hayamos muerto
Con seis años, mi padre trabajaba
de primavera a primavera.
De sol a sol cuidaba de animales.
El capataz lo ataba de una cuerda
para que no se perdiera en las zanjas,
en las ramas de olivo, en los arroyos,
en la escarcha invernal de los
barrancos.
Y cuando oscurecía, sin esfuerzo,
tiraba de él, lo regresaba níveo,
amoratado, con temblores
y ampollas en las manos,
y alguna enredadera de abandono
en las paredes quebradizas
de sus pulmones rosas
y su pequeño corazón.
En sus últimos años volvía a ser un
niño:
se acordaba del frío proletario,
(porque era ya substancia de sus
huesos),
del aroma de salvia, del primer cine
mudo
y del pan con aceite que le daban al
ángelus,
en la hora de las falsas proteínas.
Pero su señorito, que era bueno,
con sus botas de piel y sus guantes de
lluvia,
una vez lo llevó, en coche de caballos,
al médico. Le falla la memoria
del viaje: lo sacaron del cortijo sin
pulso,
tenía más de cuarenta de fiebre
y había estado a punto de morirse,
con seis años, mi padre, de aquella
pulmonía.
Con seis años, mi padre.
Democracia
Otra
maldita tarde
de domingo, una de esas
tardes que algún día escogeré
para colgarme
del último clavo ardiendo
de mi angustia.
En la calle
familias con niños,
padres y madres
sonrosadamente satisfechos
de su recién cumplido
deber electoral;
gente encorvada sobre radios
que escupen datos, porcentajes
en los bancos.
Corderos de camino al matadero
dándole a escoger el arma
al matarife.
de domingo, una de esas
tardes que algún día escogeré
para colgarme
del último clavo ardiendo
de mi angustia.
En la calle
familias con niños,
padres y madres
sonrosadamente satisfechos
de su recién cumplido
deber electoral;
gente encorvada sobre radios
que escupen datos, porcentajes
en los bancos.
Corderos de camino al matadero
dándole a escoger el arma
al matarife.
Fuera de los
tibios y acríticos pentagramas que la CT tiene establecidos en esta España
postransicional hay propuestas que aprenden a vivir en esa oscuridad, a crear a
partir de ella. El mundo de luces que la dialéctica del poder nos vende está
cegando nuestros espíritus críticos con un exceso de luminosidad que hace cada
vez menos posible mantener poéticas, formas de arte en general, fuera de esos
espacios, fuera de la CT, porque la ceguera del mundo es tan grande que la gran
mayoría de la sociedad es incapaz de transitar esas sendas. Estas propuestas
persiguen subvertir el lenguaje de los estratos dominantes para conseguir
provocar en los lectores nuevas impresiones que hagan variar la visión del
mundo de cada uno de los individuos que a ellas se acercan. Su validez es
indudable, ¿de dónde si no esa voluntad de apartarlas de las estrategias de
mercado con las que nos bombardean día y noche?
Bibliografía citada
JIMÉNEZ HERFFERMAN, Julián (2006): “Las puertas mal
cerradas: Intemperie y utopía en Riechmann y Méndez Rubio”, Prosopopeya.
Revista de crítica contemporánea, nº 6, pp. 145-173.
TALENS, Jenaro (2005): “Contrapolíticas del realismo (De ética, estética y poética)”, en Sánchez Robayna, Andrés y Doce, Jordi, Poesía hispánica contemporánea. Ensayos y poemas, Barcelona, Galaxia Gutenberg, pp. 129-159.
VVAA (2012): CT o la Cultura de la Transición, Barcelona,
Debolsillo.
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