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Mostrando entradas de octubre, 2016

EL ARPA DORMIDA: A Luis Eduardo Aute: por Ancrugon

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Hoy pasaba por aquí y he decidido escuchar algunas de tus canciones, compañeras de mis sueños en años pretéritos, cuando todavía tenía fe en muchas cosas y esperanza en las otras, y de nuevo ha penetrado en mí algo indefinido que, como un gusano ácrata y libertario, se arrastraba por los intestinos del recuerdo liberando mariposas prisioneras en sus crisálidas del conformismo, y de nuevo he sentido el cosquilleo de la libertad… Gracias Luis. Pasaba por aquí. La hora fue sin duda lo que me hizo subir, al ver aún encendida la luz en la ventada de David. No pienses que te espío, no llego a ser tan ruin y es torpe que tu creas que quiero sorprenderte en un desliz. Y bien, que tontería, no soy nada sutil... si yo solo pasaba, pasaba por aquí. ningún teléfono cerca y no lo pude resistir, pasaba por aquí. ¿Qué esperas que te cuente? hay poco que decir... tal vez me vaya un tiempo, no aguanto ni un momento estar aquí. Te veo muy distinta, ¿es

ÉRASE UNA VEZ: Vendrán lluvias suaves, por Melquíades Walker

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Ray Bradbury, el hombre que nos conmovió al hacernos imaginar un mundo sin libros en “Fahrenheit 451” dijo una vez que en sus obras no trataba de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Gran narrador y con una más que notable habilidad y facilidad para sintetizar ideas y mensajes en el pequeño espacio de un cuento, la mayor parte de los cuales tienen un propósito moral, es especialista en producir en el lector una angustia metafísica y desconcertarnos en nuestra fatalista contemplación de nuestra propia derrota en manos del tiempo. En todas sus obras, y sobre todo en los cuentos, es patente su sentido poético de la vida, la trascendencia de las pequeñas cosas y la metáfora del romanticismo existencial, por lo que sería injusto y bastante simplista clasificarle simplemente   de escritor de ciencia ficción, ya que su trabajo, bajo la influencia de un realismo épico, donde se tiende a mezclar la grandeza de lo sobrehumano con la realidad de lo corriente y cotidiano, es

JUGUETES: Confusión, por Wendy

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Lucía madre tenía fama de ser una excelente guisandera a quien le encantaba invertir tardes completas en la cocina preparando los más variados manjares adquiridos en las tiendas del pueblo, buenas viandas, al fin y al cabo, productos naturales, en gran parte, de la misma tierra en que se encontraban, región de inmejorables vinos y sabrosas carnes, de jugosas frutas y abundantes hortalizas… A ella le gustaba deambular entre sartenes, cacerolas y demás utensilios culinarios, mientras escuchaba la radio y tatareaba las canciones que por él se emitían, pero ello no le distraía ni un ápice del verdadero fin, que no era otro que el de realizar obras de arte sobre los fogones o dentro del horno o del microondas, sin olvidar los platos fríos o los postres necesitados de la refrigeración... Gracias a toda esta labor, el aroma que les llegaba a los habitantes de la mansión, así como a cualquier eventual o accidental visitante que deambulara casualmente por los pasillos del antiguo caserón,