ESPEJOS A RAS DE SUELO: Mundo al revés, por María Elena Picó Cruzans
Cuando
era niña recuerdo haber utilizado la frase: “El
que lo dice lo es; mundo al revés”. Seguro que ajena al significado que le
doy ahora como adulta, estaba haciendo referencia a uno de los mecanismos de
defensa más citados cuando hablamos de estructuras psicológicas: la proyección.
De
este mecanismo ya he escrito sobre todo en Palabras
de mala prensa, donde he explicado mi convivencia con él desde la Gestalt y
las Constelaciones Familiares. Freud fue el pionero en definirlo dentro de las
procesos de autodefensa automáticos que el niño necesita para superar ciertas
situaciones que exceden sus fuerzas y recursos. Él los llamó “sistemas de defensas primarias del ego”.
La proyección es uno de los
mecanismos de defensa más primitivos. Por mucho que neguemos nuestros
sentimientos, deseos, necesidades y actitudes, siempre reclamarán su derecho a
ser expresados, porque son partes vitales de nosotros mismos. Uno de los
posibles métodos de eludirlos, ya que no pueden ser excluidos, es atribuirlos a
los demás.
La
proyección se utiliza cuando la represión no es eficaz. Cuando se reprime un
sentimiento, la persona se siente aturdida, pero aprende a ignorar que está
ignorando una parte de sí mismo.
Este
“sistema defensivo” es retomado por la Gestalt.
“Una
de las responsabilidades más importantes es hacernos responsables de nuestras
proyecciones, reidentificarnos con estas proyecciones y convertirnos en lo que
proyectamos”.
Fritz
Perls, Sueños y existencia
Y,
¿qué es, por lo tanto, “el revés” del mundo? O ¿qué es “el derecho del mundo”?
En
el Tarot, la carta número XII de los Arcanos Mayores la representa El Colgado.
Cuando ésta nos aparece en una tirada surge la tendencia a colocarla “al
revés”. Es una carta que produce cierto desasosiego; no obstante no es más que
una invitación al asentimiento de la vida. El Colgado es una metáfora de la
transición en nuestras vidas; una invitación a conectar con la confianza: no
todo está en mis manos o en mis pies, es decir, en mi voluntad consciente. Y
también implica conectar con la pérdida y la rendición.
Lo
cierto es que la pérdida nos acompaña en los momentos y en los procesos
vitales. La adolescencia es un momento del ciclo vital en el que vivimos muy
intensamente el proceso de la pérdida: la del paraíso de la infancia; el
adolescente tiene que despedirse de su dependencia para ir caminando hacia la
interdependencia, que a menudo confunde con independencia.
El mundo “al revés” de El Colgado
se nos dibujará en otros muchos momentos de la vida, y siempre nos recordará
que:
“Para
crecer, primero hay que rendirse”.
John Bradshaw, Sanar la vergüenza que nos
domina
Cuando somos adultos nuestra
principal renuncia sea, quizá, la de los anhelos infantiles, aquellos que nos
impulsaron a identificarnos con roles o mecanismos de defensa. Como por
ejemplo, renunciar a la fantasía infantil de ser un niño necesitado, que desea
ser querido o un niño temerosos de ser rechazado.
Me
pregunto si ahora vivimos un mundo al revés. Me lo pregunto cuando escucho
decir al gobierno que “los sueldos están creciendo”, por ejemplo. Una de las
últimas estadísticas dice que los españoles no sabemos interpretar El Quijote ni la factura de la luz. No
sé. Tampoco debemos de saber interpretar nuestras nóminas porque yo no veo por
dónde crecen. Respecto a la factura de la luz, sé que la pago, y ésta sí que
crece, sin lugar a dudas. El Quijote ya
es otro tema.
-¡Oh! Pues si no me entienden –dijo
Sancho-, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero
no importa: yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he
dicho; sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos y aun
de mis hechos.
Don
Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes
A menudo me pregunto qué tal sería
la experiencia de vivir en un país civilizado, donde puedas dejar la bici en la
calle y la encuentres (entera) al recogerla; cómo sería convivir con conciencia
social; cómo sería la experiencia de un trabajo cooperativo; cómo sería la
competencia sin la competitividad; cómo sería ser gobernado sin falacias
argumentativas… Quizá acabaría queriendo volver a mi pueblo y a mi país por lo
del síndrome de Estocolmo o por esa curiosa actitud paradójica humana que
oscila entre la necesidad y el temor al cambio.
Soy una mujer de “palabras”. Y a
veces me asusta ver cómo pueden estar al servicio de manipulaciones
eufemísticas.
Supongo que poca cosa queda exenta
de la perversión.
Dice Fritz Perls en su libro Sueños
y existencia que “Todas las perversiones
son variaciones de los medios mediante los cuales”. Y distingue entre estos
y la “ganancia final”, que está siempre determinada por la necesidad. La
elección está en “los medios mediante los cuales”.
Curiosa definición que sitúa la
perversión tan cercana a la libertad. Yo me pregunto en qué planta o habitáculo
dan de comer algunos políticos a sus perversiones, y qué papel representamos
los ciudadanos. Escuché hace poco al escritor Arturo Pérez Reverte decir que
nos dan unas migajas para seguir teniendo algo que perder sin perder la
condición de miserables.
Existen cuentos de hadas:
Pero
en cuanto la rana cayó al suelo, dejó de ser rana, y se convirtió en un
príncipe, un apuesto príncipe de bellos ojos y dulce mirada.
El
Rey Rana o enrique el férreo, Cuento popular
Y también existe el mundo ¿al
revés? de los cuentos:
“El truco es ahorcar al príncipe hasta que se
ponga azul”.
Creo que vivimos un momento en esta
sociedad que llamamos civilizada, que se identifica con El Colgado. Es una
sociedad adolescente. El profesor de sociología y escritor Alejandro Gándara
dice:
“Las
etapas de un individuo en occidente son: la infancia, la adolescencia, la adolescencia,
y la adolescencia”.
Comentarios
Publicar un comentario