DIBUJAVIER: Energía, por Javier Alamán Sánchez
Arrancada ya la maquinaria de este curso 2013-14 y
hechas las correspondientes preguntas de sondeo personal-cultural en los
primeros días, compruebo, no sin cierto “spleen”,
la duda sistemática de los adolescentes ante la pregunta: ¿Qué te gustaría ser
de mayor? Gran cuestión a plantearse. ¡Qué pasos voy a dar una vez deje la
obligatoriedad de esta educación básica!
Y es que si la cara es el espejo del alma, tenemos un
repertorio de expresiones que van desde la ignorancia supina al descrédito ante
el porvenir. Está claro, que si algo caracteriza a la adolescencia es la
palabra: “energía”, y ese tesoro valioso se va dosificando en función del
ánimo, la ilusión y las ganas de labrar una vocación o por lo menos una
inquietud aún por moldear.
Ilustración de 3º ESO
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Lo confieso, la evaluación inicial a los casi
quinceañeros de 3º ESO en este tipo de
preguntas no me daba un ramillete colorido de expectativas, de reflexión y
conciencia individual hacia su siguiente etapa. Y lo más curioso, es que
aparentemente, no es que estén documentándose de lo que les atañe más
directamente en forma de derechos, oportunidades, calidad de formación, etc.
Saben que son tiempos de recortes, de cierres y de pobreza generalizada. Pero
su discurso apenas profundiza para movilizarse. Cuando se convoca una huelga,
la cara se les ilumina y se transforma en: “¡Un día menos en el instituto…qué
bien!” y ante la pregunta obvia de “¿Sabéis por qué es la huelga?”, muy pocos
dan una respuesta con el punto de mira ajustado. Es “vox populi” que hay inquietud continua en el terreno educativo.
También que a pesar de toda la ruidera, escritos, debates, reflexiones,
manifestaciones, huelgas del sector educativo en estos últimos cursos, la aprobación
de la LOMCE ha sido un “sí o sí” pase lo que pase.
Esta
realidad ya se ha convertido en el día a día, y esta realidad ya nos ha
empapado dejándonos fríos y con mal color. Ahora hay que ver a nuestros 30
alumnos en clase y seguir infundiendo el ánimo de la vocación, sobre todo
cuando se abarca el segundo ciclo. Un ánimo, que en mi caso choca con la adulta
realidad melancólica y la realidad energética de una adolescencia, que al menos
en la ESO, parece convivir con una perspectiva informe y las ganas de liberarse
de ir al “insti”.
A lo mejor, hay que hacer un esfuerzo reflexivo y ver
qué ambiente y mentalidad teníamos los cuarentones de ahora, cuando éramos
quinceañeros. Y reconocer que nuestra conciencia política se nutría de menos
fuentes de las que hay hoy día. Y es eso, precisamente, lo que hace que no sea
nada comparable una época y otra. Un mensaje en una red social convoca a la
gente para la actividad que sea, o informa a la gente para la movilidad que
sea. Un vistazo en Internet te abre las ventanas que quieras en el campo que
desees. Una televisión y radio con mucho canal que sintonizar también nos llena
de información. Es obvio que nuestras inquietudes o ignorancias se pueden
cubrir casi al instante, y hay muchas vías por dónde tirar y sobre todo que
filtrar. De ahí esa sorpresa cuando se pregunta en clase” ¿Sabéis de que va
vuestra huelga?”
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