CRÉEME, ESTOY MINTIENDO: Capítulo 8, por Ángeles Sánchez


Me despierto cuando el despertador marca las siete y media de la mañana.
Abro un poco los ojos, la luz ya entra por la ventana.  Estoy totalmente desorientada y alterada. Solo ha sido un sueño. Un maldito sueño. Noto como mi corazón quiere escaparse. Quiere salirse por mi boca. Ana me mira cautelosa desde su cama al otro lado de la habitación.  
- ¿Estás bien?- Pregunta.
- Sí, sólo era una pesadilla.  Una muy real. ¿Sabes esas veces que sueñas que eres tú, y luego ya no y luego vuelves a serlo?
- No, la verdad que no. – Me mira y bosteza restándole importancia.
- Joder, he soñado que él se moría.
- ¿ÉL? ¿Cómo? –  Ahora está realmente interesada.
- Era un mundo futurista, no sé, no había luz, ni móviles, ni facebook, nada. Y un tío loco quería dominar el mundo. Tenía, tenía la misma cara que…  que Antonio. Era él quien le mataba.
- ¿Y por qué iba Antonio a matarle a él si es casi como de su familia?
- Y yo que sé. Era sólo un sueño…
- ¿Qué más pasaba en el sueño?
- Ehh… yo tenía una especie de lío amoroso con Javi.
- ¿Con Javi? ¿En serio? ¿Javi? – Empieza a reírse.
- Sí, como lo oyes. – Le lanzo mi almohada en gesto de desaprobación a su risa.
- Estás fatal de la cabeza.  Deberías escribir un libro.
- Lo haré… En serio…
Bajamos pronto al hall del hotel, Cris y Marta siguen durmiendo.  Así que decidimos ver la ciudad nosotras solas. Paseamos por Roma,  desayunamos en la Fontana di Trevi y visitamos la Piazza Navona. 
Mientras tanto, mi estúpida cabeza no deja de dar vueltas al sueño. ¿Cómo sería un mundo que se quedase sin electricidad repentinamente? Sin teléfonos ni ordenadores, sin luz…
Solemos pensar que volveríamos a la sociedad del “cara a cara”, que el capitalismo se extinguiría y que viviríamos mejor. Creemos que sería mejor, pero…  ¿Realmente lo sería? ¿Cuánto tardarían los más listos en tomar el poder? ¿Cuánto tardarían los más pobres en caer? 
- ¿Te imaginas un mundo sin electricidad? – Pregunto.
- No acabaría bien…
- Eso mismo pienso yo… no he podido dejar de pensar, seguro que este sueño, que él aparezca,  tiene algo que ver con el hecho de que hayamos coincidido en el viaje con él y sus amigos.
- Bueno, eso de que hemos coincidido… en fin, estoy segura de que Cris lo tenía todo planeado, por Javi, ya sabes... Dices que estabas liada en el sueño con él, ¿no?
- Sí.
- Ella te matará.
- No se va a enterar…
Hacemos un descanso en el parque de Villa Borghese, estamos tiradas sobre el césped. Ana ha cogido un panfleto no sé de dónde, lo leo…
"Párate sólo 5 minutos…
Cierra los ojos y dedícate sólo a pensar, a recordar…
Respira hondo, relájate. Deja que todo fluya. Sin más…
Ahora escoge un recuerdo, uno que te haga feliz. No tiene por qué ser el más feliz de tu vida, ni el más importante, solo un recuerdo feliz. Siente como si lo volvieras a vivir y hazlo real dentro de ti…”
Cierro los ojos…
Cuando era una niña que corría por el antiguo callejón que comunicaba las escuelas con un mundo totalmente “Narniano”, con los brazos extendidos cortando el viento, podía trotar largo rato sin cansarme, sin mirar atrás.
El viento azotaba mi cabello semi-recogido con una coleta ya bastante despeinada, pero no importaba…no teníamos que estar perfectos en ningún momento. Vivíamos sumergidos en un mundo de fantasía aparentemente inmortal.
Yo podía ser la princesa guerrera que protegiera el fuerte del malvado marajá, saltando entre las piedras del antiguo castillo… O podía ser una exploradora de las más oscuras selvas, siempre prevenida contra el malvado cazador de animales… Siempre vivamos en busca de secretos ocultos. No importaba quiénes fuéramos o qué quisiéramos ser.


Entonces los colores, las formas y los sonidos tenían connotaciones totalmente distintas. Una piedra podía convertirse en mi arma secreta. El resol que se colaba tras las hojas de los árboles; la llave para abrir la puerta con forma de oso de la cueva escondida… Y durante las horas de clase inventábamos nuevas contraseñas para acceder a los pasadizos secretos del torreón. Y así día tras día…
Entonces, cuando llegaba la noche, cogía un folio en blanco y dibujaba aquellos únicos paraísos iluminados, cargados de color y de formas de vida diferentes. Todo lo que mi cabeza y mi imaginación daban de sí.
Lo malo de esos pensamientos es que continúan vagando entre recuerdos de antaño y algunos más recientes. Protagonistas de mis mejores escenas de niñez retoman sus papeles en el presente, entrelazando momentos felices y no tan felices. Ahora maldigo mis memorias. Le maldigo a él, por ser quien es, por ser como es, por haber estado tanto tiempo a mi lado, por no estar ahora…
¿Por qué hoy?... ¿Por qué no ayer?... ¿O la semana pasada?... ¿Por qué ahora soy capaz de cerrar los ojos y ver tu cara perfecta?... ¿Por qué en este instante puedo escucharte?... ¿Cómo es posible esta sensación hipnótica?... Es como si estuvieras a mi lado…
Como si de un gran amor se hubiera tratado. Te siento extrañamente cerca, ahí en un rinconcito de mi cabeza que parece que hasta este momento haya estado dormido y de pronto alguien o algo lo haya despertado. ¡Puf! Sin previo aviso. No estabas y de pronto apareces como de la nada, con tus ojos siempre llenos de vida, tus dientes alineados, tus finos labios y tu suave piel. En un contexto puramente angelical, como venido del cielo, salido de la nada. Extraviado en mis pensamientos sin un por qué. Sin razón. Simplemente apareces en mi mente y haces que se me corte la respiración. Se me encoge el estomago con solo recordar una caricia tuya o una leve respiración. Un abrazo ligero pero protector. Una carcajada sincera y picara. Simplemente estás y no estás, pues solo mi mente te retiene…
¿Dónde estarás de verdad? ¿Con quién? ¿Qué harás? ¿Recordarás mi pelo, mi piel, mis ojos o mi voz? ¿O no signifiqué nada para ti?...
Con ese pensamiento me quedo dormida sobre la hierba fresca.
Cuando estamos buscando algún lugar donde comer en el barrio del Trastevere escucho su voz e instintivamente miro a Ana, ella explota a reír y una gran sonrisa se dibuja en mi rostro. Él viene corriendo a saludarme, deja a sus amigos de lado, ni si quiera mira a Ana, me da un abrazo y sonríe.  Aquí estás, vivito y coleando…
- Me alegro de verte… - digo con voz trémula.
- Y yo… - se sonroja- ¿en serio?
- Créeme, estoy mintiendo.
Me despierto. Un sueño. Un maldito sueño. JODER.




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