Si tuviésemos que imaginar una sociedad totalmente vacía de valores, ésta sería una sociedad basada en el convencionalismo, lo material, la comodidad y el placer por el placer. Visto así, desde la perspectiva del momento en que escribimos esto, hasta puede parecer idílica y paradisíaca… pero nada más lejos de la realidad, pues cuando el ser humano, que al igual que las monedas se compone de dos partes: la cara y la cruz, se aleja de su naturaleza reflexiva, emotiva e intelectual, rompe su propio equilibrio y anda por el mundo girado, retorcido y sin rumbo, pues si la sombra existe gracias a la luz, la luz carecería de sentido sin la sombra. Algo similar ocurre a un pueblo cuyo gobierno se deja llevar por la paranoia de unificar pensamientos, ideas o creencias y dedica todos sus esfuerzos, y recursos, a la persecución de quienes han cometido los pecados de pensar por sí mismos y querer ser diferentes, por su temor enfermizo a que cunda el ejemplo. Modelos tenemos en la histor...